Ante todo, si has llegado a este punto leyendo las anteriores entregas, te agradezco la paciencia. Si no has leido los capítulos anteriores, te sugiero que empieces por aquí.
Tengo que decir que escribí esta historia tratando de ver el problema desde cierta perspectiva, sacándolo de mi cabeza y poniéndolo negro sobre blanco. Esto me ayudó. Me hizo darme cuenta de que esta no era una historia de buenos y malos, de que aunque en ocasiones lo intentara, yo no era el intrépido detective que desenmascaraba una trama y que, en definitiva esta era una historia de personas, de problemas, de cosas mal hechas… de la vida.
Todo lo que has leído hasta ahora fue escrito entre el 26 de enero y el 1 de febrero de 2013. Hoy, dos años después voy a contarte lo que ocurrió esa mañana del sábado, 2 de febrero de 2013.
La mañana del 2 de febrero de 2013 hizo un tiempo horrible. Horrible, hasta para los parámetros de febrero en San Sebastián. Se había activado una alarma por vientos fuertes de más de 100 km./hora, lluvias fuertes, frio… Era un sábado que invitaba a quedarse en la cama más allá de lo decente.
Pero yo tenía una cita en Lezo.
– Me voy a por la moto.