Los coros en una fría sacristía

Hay algo en el tema de los coros que no funciona.

Tengo la impresión de que nos empeñamos en mantener modelos de actividad que ya no tienen sentido.

Concierto típico:

Iglesia, sábado por la tarde. Normalmente tras la misa del pueblo. Coro que ofrece un programa de primera parte polifonía: motetes, corales, algo del renacimiento etc y una seguna parte de folklore (vasco y universal, se suele decir). Público: En número, menos que los intérpretes. En condición, la mayoría familiares de los intérpretes (es la tercera vez que oyen el mismo programa).

Esta es la radiografía de la inmensa mayoría de los conciertos que se ofrecen, al menos en lo que conozco en la zona del País Vasco. Creo que estamos saturados de escuchar el mismo tipo de concierto, con coros muy parecidos, interpretando generalmente las mismas obras, los mismos autores  y en muchas ocasiones compartiendo cantantes (hay ya todo un catálogo de cantantes multiempleados).

Y cada vez menos público en los conciertos.

En mi opinión la clave del asunto estriba en que no nos hemos dado cuenta de que un concierto es un espectáculo, y debe plantearse para atraer y hacer disfrutar al público. Si no se consigue, hay que cambiar de táctica.

 

No creo que existan soluciones mágicas, pero sí caminos que explorar para conseguir que nuestra actividad tenga más resonancia pública y exista una mayor afición. Por ejemplo, a través de las nuevas (no tanto ya) tecnologías. Tengo videos de canciones grabadas y subidas a youtube que tienen más de 13000 visitas. ¿Cuántos conciertos de iglesia debería ofrecer para alcanzar esa cifra? ¿Podría ser un camino la grabación de clips con obras corales? ¿Se puede plantear ofrecer conciertos en streaming video? ¿Debemos trabajar más el aspecto visual, la puesta en escena, movimientos, etc.?¿Deben los coros incorporar un coreógrafo? Creo que es momento de que cada cual se plantee este tipo de preguntas.

Las televisiones también empiezan a interesarse por el tema coral. Y esto es interesante porque intentan aplicar a los coros fórmulas que ya han tenido éxito con otros productos musicales y artísticos: Solistas pop, bailarines, rockeros… Por eso, pienso que los responsables de los coros deberíamos intentar comprender y utilizar estos nuevos caminos para que el trabajo coral no acabe por extinguirse en el anonimato de una fría sacristía un sábado por la tarde.

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