Un chuletón, Sra. Consejera!

Entre el habitual spam que inunda mi correo, recibo un manifiesto redactado por mano anónima y (supuestamente) secundado por músicos vascos. Dado que conozco a la fuente que me lo envía, procedo a leer.

En el manifiesto en cuestión, se informa de la concesión a un artista vasco (cuyo nombre omito pues no viene al caso) de una subvención de 702.000 € para «Desarrollar la interculturalidad, renovando y dando a conocer la música vasca en el exterior».

A uno, rápidamente se le dilata la vena, se rasga las vestiduras, clama al cielo, y mil cosas más, todas ellas lógicas y justificables. Pero a los diez minutos, y con la respiración ya normalizada uno se plante las siguientes cuestiones.

Está claro que es dificil establecer unos criterios que valoren a los artistas con verdadera justicia. Es dificil repartir una subvención, lo sabemos. Pero el hedor a afección política en este país (cada uno el que guste) es demasiado grande.

Uno comienza a pensar si no era mejor que nos dejaran como estábamos, porque que no te den subvención hace daño, pero que el vecino se forre a costa de tus impuestos humilla.

Puestos a subvencionar, no acabo de entender por qué el sector cultural debe ser más subvencionable que… digamos… la distribución cárnica.

Yo, si quieren mi opinión, prefiero que me subvencionen el precio de un chuletón de buey antes de que nadie desarrolle la interculturalidad, renueve nuestra música o la de a conocer en ningún sitio, en mi nombre y con el dinero de todos. Ya nos ocuparemos cada uno de hacerlo.

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